Alejandra y Elsa. Tres.

Alejandra y Elsa. Tres.Me fui a mi habitación con un pellizco en el estómago, los pendientes en la mano y una ligera erección pues sabía que en mi habitación me esperaba Elsa, mi amor, para transformarme de nuevo en una bella mujer y follar toda la tarde y gran parte de la noche.CONTINUARÁ.Los alemanes tienen la costumbre de cenar muy temprano, así que Fritz alquiló para nuestra cena una sala privada del hotel donde estábamos alojados. Dani, el botones que se convirtió en Elsa, también era camarero del hotel, y fue quien me acomodó a la espera de que llegara Fritz. Vestidos los dos de chico, él de camarero y yo de traje, éramos totalmente diferentes de lo que habíamos visto la noche anterior. Fue una situación extraña, sobre todo cuando Dani me ayudó a quitarme la chaqueta y se me acercó demasiado por detrás. Un latigazo de electricidad recorrió mi cuerpo.- Estás muy rara vestida de chico, Alejandra.La puerta se abrió y apareció Fritz. Unos sesenta años, atlético, bronceado y bastante guapo. Vestía un pantalón negro muy ceñido y una camisa blanca abierta, que dejaba ver una buena parte de su pecho depilado. Llevaba un perfume claramente femenino que inundó el ambiente de la sala. Pensé que era una pena que no me gustaran los hombres, este en concreto estaba buenísimo.- Hola, Alex. Nos conocimos ayer en la convención, ¿me recuerdas?- Claro que sí, señor.- Tutéame, Alex. Quiero que te sientas cómodo conmigo.- Vale, Fritz.Su acento alemán no quitaba que hablase un castellano casi perfecto.- Veo que manejas muy bien nuestro idioma, Fritz.- Vivo en Ibiza desde hace veinte años, Alex. Me ha dado tiempo a aprenderlo bien.- Oh, me encanta Ibiza, Fritz. Estuve una vez hace dos años.- Es una isla preciosa, deberías venir a mi casa y conocer mejor la isla. Tengo un bonito chalet independiente en una cala escondida con una playa prácticamente privada.- Es una invitación muy generosa. A ver cuándo puedo ir.Dani esperaba retirado a que lo llamásemos, cosa que Fritz no tardó en hacer.- Hola, chaval. Trae por favor una botella de rosado espumoso para mi, y lo que quiera Alex.Dani me miró.- Yo tomaré lo mismo, muchas gracias.Dani apareció con una botella helada, dos copas y las dos cartas. Después de mirar la carta unos instantes, Fritz se decidió por una ensalada templada. Yo pedí un cordon bleu. Fritz comenzó la conversación.- Alex, me imagino que Nuria te habrá puesto al día de las negociaciones. Tengo una empresa muy fuerte de import-export en Munich, y quiero hacer una compra bastante grande a tu empresa con el objetivo de ser vuestro próximo distribuidor en mi país. Unos tres millones de euros.- Las condiciones de esa compra te las ha enviado Nuria esta misma tarde, Fritz. Les he echado un vistazo y creo que te resultarán irrechazables.- Así es, Alex. Las condiciones son buenísimas, por lo que mañana mismo firmaré para empezar cuanto antes. Pero antes quiero probar una cosa.- Lo que quieras, Fritz.- En mi país hay muchos chicos y hombres que practican asiduamente el travestismo, y creo que vuestra firma de cosméticos podría ocupar ese nicho de mercado con facilidad. Conozco a varias drag Queens famosas que podrían promocionar vuestros productos y seríamos la firma de cosméticos ?gay? de Alemania.- Me parece muy buena idea, Fritz. Dime lo que necesitas.- Me gustaría ver cómo queda esto en los labios de un chico, y tú tienes unos labios preciosos ?sacó una barra de labios de color rojo de su abrigo.- Pero Fritz, yo no soy gay.- Da igual, sólo quiero ver cómo queda.Fritz me pintó los labios como un verdadero profesional, se notaba que lo había hecho muchas veces. Me hizo levantarme y mirarme en un espejo. La verdad es que tenía unos labios deliciosos. Un tremendo suspiro de Dani nos sacó del ensimismamiento.- Vaya, Alex, parece que nuestro camarero se ha puesto un poco nervioso. ¿Quieres probar tú también, chico?- Oh, sí señor. Me encantaría.Fritz repitió la operación con Dani, lo que lo acercó un poco más a Elsa. La boca en forma de corazón que tenía Dani ayudó a formar unos labios muy apetitosos.- Vaya, chicos, estáis los dos preciosos. Os queda estupendamente.- Muchas gracias, señor. Me encanta cómo me queda, parezco una chica. Ahora no me veo con la ropa de camarero, jijiji.- Podrías ser una chica preciosa, ¿cómo te llamas?- Els ? Dani, señor.- ¿No sabes tu nombre? Jajaja- Dani, señor.- Te has puesto colorado como un tomate, Dani. Escucha. Mi habitación es la 504, la suite real. Si quieres venir después tengo un gran armario lleno de ropa de chica de todo tipo, y en cuanto a maquillaje tengo todas las muestras que me ha regalado la empresa de Alex. Yo mismo me encargaría de tu total transformación.Yo no sabía dónde meterme. Mi respiración se hizo entrecortada.- Vaya, parece que nuestro amiguito Alex también se ha puesto nervioso, ¿queréis venir los dos?Dani se acercó a Fritz, se metió la mano por el pantalón de camarero y le enseñó la tirita blanca de encaje del tanga que llevaba puesto.- Me hará falta de todo, señor, menos las braguitas. Termino a las diez.- Te esperaré arriba, Dani. Tienes unos labios preciosos.- Puede llamarme Elsa.Fritz se levantó de la mesa y besó dulcemente a Dani, pasando la lengua por sus labios, mientras yo veía cómo crecián los bultos de ambos pantalones.- Bueno, Elsa, vamos a parar que estamos incomodando un poco a Alex.- Gracias, Fritz. Bueno, ¿mañana firmamos?- Así es Alex, a las diez de la mañana nos veremos aquí para tratar todo el papeleo, vendré con mi abogado. Ahora debo irme a mi suite a esperar a mi novia, jejeje.Terminamos de cenar, nos tomamos esa botella y otra más, además de una botella de champán. Todo ello me provocó un mareo estupendo que no hizo otra cosa que ponerme muy caliente. A las diez estaba en mi habitación dispuesta a convertirme de nuevo en Alejandra, cosa que hice sin dudar.A las diez y media, mientras me estaba masturbando en mi habitación, sonó mi móvil. Era Elsa.- Alejandra, cariño, tienes que venir. Estoy con un señor alemán al que le encantan las chicas como nosotras, tiene un armario totalmente increíble y además es un maquillador profesional. Está buenísimo, y tiene una polla de dieciocho centímetros que me quiero comer contigo. Vente, porfi. Habitación 504.- Lo pensaré.Me miré en el espejo y vi que la diferencia entre Alex y Alejandra era inmensa. Nadie me reconocería. Mi corazón palpitaba. Llamé a Elsa.- Voy, cariño. Dame diez minutos.Me arreglé un poco el maquillaje, me metí en el ascensor y pulsé el botón de la quinta planta. Tenía mariposas en el estómago. Cuando llamé a la puerta me abrió Elsa. Estaba preciosa. La había vestido como una sissy, con un vestido muy cortito de flores blanco y rosa, unos taconazos blancos y unas medias blancas con ligueros rosas. Llevaba grandes perlas blancas en sus pendientes y en su collar. Iba maquillada como una drag queen, un trabajo muy profesional. Llevaba también una peluca cortita rubia, tipo BOB, que la hacía aún más atractiva. Para completar su imagen, iba fumando un cigarrillo en una pipa larga, como las que salen en las películas antiguas de Hollywood.- Pasa, Alejandra, mi amor.Fritz estaba echado en la cama, desnudo a excepción de una zapatillas rojas y una bata muy pequeña de satén, también roja. Su polla empalmada se asomaba desafiante.Elsa me cogió de la mano y me llevó a la cama. Nos pusimos cada una a un lado de Fritz y empezamos a tocar esa polla y ese cuerpo con dulzura, con nuestras uñas largas. Fritz besó ligeramente a Elsa, sin estropearle el maquillaje. Luego hizo lo mismo conmigo. Me excité muchísimo, mi polla se puso dura como una roca. La de Fritz y la de Elsa estaba igual. Nos estábamos tocando y besando los tres en una suave orgía de jadeos, y nuestras pollas emanaban un líquido semitransparente.- Estás preciosa, Alex. Perdón, Alejandra.Fritz se había dado cuenta de todo. Tierra trágame. Me puse muy nerviosa.- No quiero que esto entorpezca la firma de mañana, Fritz.- Tranquila, Alejandra. Me encantas. Sabía desde que te vi que esto te gustaba mucho. Tienes una de las figuras más femeninas que he visto en mi vida. Mañana firmaremos, y te llevarás una gran comisión, pues he puesto como condición que así sea.- Muchas gracias, Fritz. Me tranquilizas.- De nada, cielo. Quiero que vengas las dos a Ibiza cuando termine la convención, en mi casa vive otra chica como tú, aunque algo mayor. Tiene treinta años. Los tres lo podemos pasar muy bien, y esta época del año es perfecta. En mi casa, como puedes imaginar, tengo de todo, no hace falta que traigas nada.- ¿Y yo?- Tú tienes que trabajar en el hotel, cariño, Alex viene dos semanas a Ibiza en calidad de comercial de su empresa, es otra de las condiciones que puse para la firma.- Mañana termina mi contrato en el hotel, señor, y no me van a renovar. Mi jefa se ha enterado de mis escarceos con algunos clientes y se ha visto obligada a hacerlo.- Entonces vente también, Elsa. Tengo un buen amigo que tiene un hotel divino en la isla, y estoy seguro que le encantarás, ya seas Dani o Elsa.- Ay, señor, qué ilusión.- Llámame Fritz, amor mío.Estuvimos jugando y follando los tres toda la noche, y la mañana siguiente, ya vestido de chico, firmé con Fritz todo los papeles que me hacían dueño de una comisión de 150.000 ?. Después de firmar, Fritz me dio un sobre que contenía dos billetes de avión desde Madrid, para Alex y para Dani, y dos mil euros para los gastos que pudiéramos tener hasta llegar a Villa Manuela, en Ibiza, justo una semana después. Un semana que se me haría larguísima en la que me depilé completamente y dejé crecer mis uñas y mi pelo, al igual que Dani, pues queríamos estar perfectas para Fritz, nuestro nuevo amigo.CONTINUARÁ