Venite

VeniteVENITEEl caluroso verano en Buenos Aires iba desgranando rutinarios días de mis merecidas vacaciones, la falta de previsión, programas que no se concretaron me dejaron sola en una desierta ciudad donde poco tenía para hacer.Una circunstancial llamada a una amiga me significó ponerme en contacto con ella luego de muchos años y la charla terminó con un_ Venite a Punta del Este. No lo dudé al día siguiente munida de una mochila estaba en la Terminal de Ferries y saqué mi pasaje a Colonia, que luego me permitió por bus llegar a Punta del Este.En la Terminal de Buses estaba mi amiga, sin duda el paso de los años se le motaba, pero una sonrisa, un beso y un profundo abrazo nos devolvió la amistad diluida vaya una a saber porqué.Luego de un viaje en auto llegamos a un Apart sobre la playa casi sobre la puesta del sol, en el balcón disfrutamos de la costumbre argentina de tomar mate y de ponernos al tanto de nuestras vidas. La habitación tenía un dormitorio con cama matrimonial y un ambiente con vista al mar donde había dos sofás, percibí que no seríamos las únicas habitantes del lugar, cosa que me confirmó al rato cuando llegaron dos compañeras de trabajo de ella de la playa.El grupo humano femenino era de variada edad, mi amiga de más de sesenta años, yo de casi cincuenta y las amigas de unos cuarenta. Convivir cuatro mujeres, y sobre todo no conociendo yo a dos y poco a una, me obligaba a ?ver y hacer?.Mi amiga me indicó que dejara mis cosas en el dormitorio con cama matrimonial donde dormiría con ella, mientras las más jóvenes se acomodaban en el sector próximo al balcón, que hacía las veces de comedor.Decidí desarmar mi mochila y ponerme ropa cómoda, quise cambiarme en el baño pero estaba ocupado así que lo hice en el dormitorio, mientras me desnudaba una amiga se quedó conversando conmigo con total naturalidad, veo que del baño sale otra desnuda, o sea interpreté que la onda era andar como quisíeramos. Mientras más tarde me bañaba me golpearon la puerta y mi amiga entró al baño, se sentó en el inodoro y me conversó sobre que hacer esa noche.De regreso de cenar fuimos acomodando las cosa y nosotras para dormir, ví que ninguna de las tres usaba ni pijama ni camisón, simplemente se dejaron sus tangas, ya en mi cama llegó mi amiga se la sacó y se acostó desnuda a mi lado, yo no sabía que hacer y la imité. Al ir en la noche a la cocina ví a las otras dos mujeres desnudas en una posición que me hizo pensar que habían tenido sexo.En la mañana mi amiga me dijo de ir a la playa juntas quedando en el hotel las otras dos, luego de una media hora de viaje fuimos a una solitaria playa, armamos la sombrilla y mientras me saco el pareo veo que mi amiga se desnuda por completo. Nadie estaba cerca, nosotras dos solas, la arena y el mar, nunca había hecho nudismo, si toples y me decidí sacarme el brasier.A sus casi sesenta años mi desnuda amiga demostraba que el paso de los años había sido inclemente en parte de su cuerpo, sin embargo sus glúteos estaban firmes y sus senos no se habían caído. Tendidas sobre esterillas disfrutamos del momento y al rato ella me dice_sacate la malla_cosa que hice con alguna duda.Fuimos al mar chapoteamos, nos tiramos agua y en un momento estábamos las dos tomadas de la mano, una frente a otra, duras sin decirnos nada, una especie de corriente eléctrica recorría mi espalda, frias gotas de transpiración corrían por mi columna vertebral.Una sonrisa de ella y nuestras bocas se confundieron en un profundo beso, quise sacar mi boca pero no pude, una mezcla de placer, vergüenza y temor a lo desconocido me invadía en esta nueva experiencia a mis casi cincuenta años de edad.Me tomó de la mano y me llevó a la sombrilla, paradas una frente a la otra comenzamos a recorrer nuestros cuerpos con nuestras bocas y dedos, yo imitaba sus movimientos, sin saber que coreografía seguir, el placer me invadía, estaba tan absorta que no sabía que pasaba a mi lado, aunque suponía que nadie nos veía.En un momento su boca llegó a mi clítoris y no lo dejó hasta que un fuego interior me abrasó y empecé a gemir como nunca lo había hecho mientras mi cuerpo se estremecía en el clímax de un coito que nunca había tenido con tanta intensidad y placer orgásmico.Tendida en el suelo boca a bajo sólo sentí que ella se sentaba en mi cola, se agachaba sobre mi cuerpo, y mordisqueaba mi nuca susurrándome cosas muy eróticas, a la vez que se masturbaba rozando su clítoris en mis glúteos, a su grito de placer continuo un corrillo de líquido caluroso que corría por entre mis nalgas, cosa que aumentaba mi placer, su tibia orina recorría mi cuerpo.Agotadas nos dormimos. No sé cuanto tiempo después me desperté, la veo a ella en el agua, me levanté y fui al mar a sacarme la arena, la orina y el flujo pegajoso de ambas. Me sonrió, no nos dijimos nada. El viaje de regreso fue en medio de un pesado silencio.