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El Yerno y Las Cosas de la Vida

 
Post #1


El Yerno y Las Cosas de la VidaDesde aquel inolvidable día de playa, que Doña Hortensia no había vuelto a ver a su yerno. No sabía si estaba disgustado por algo, o quizá avergonzado por lo que pasó. Desde aquel día, que en sus pensamientos y sueños este aparecia continuamente. Doña Hortensia no tenía otro remedio que poner sus deditos allí hasta que le llegaba un orgasmo. Mientras, esperaría a que este volviese a verla.Ella dudaba de que aquel día de calentura le hubiese olvidado.Por una vecina supo que a pocos kilómetros había una vidente, que lo adivinaba todo. Aunque dudase de estas historias, tomó la decisión de hacerle una visita. Quizá esto fuese como el horóscopo ? pensó ella ? que a veces hasta acertaba.Cuando estuvo delante de aquella extraña mujer tuvo la sensación de que esta le leía los pensamientos. Que para ella era como un libro abierto. Esta con rostro inexpresivo le dijo que la persona que esperaba llegaría a su casa al día siguiente.Cuando dejó atrás aquella misteriosa mujer su corazón latía mucho más deprisa. Al llegar a casa lo primero que hizo fue ponerse delante del gran espejo del armario y mirarse en él, su exuberante culo con la falda arremangada. Ilusionada como una novia después se desnudó y se puso una bellísima combinación de marca parisién, con sus correspondientes ligueros. No satisfecha, se quitó los minúsculos sostenes que no los cubrían porque sin estos se sentía más bella y deseable enseñando sus voluminosos pechos de piel blanquísima con unos pezones oscuros y grandes, que invitaban a ser besados y succionados, más de una vez.Doña Hortensia, sabia, que los hombres que se cruzaban con ella por la calle aún la desnudaban con la vista. Lo único que le faltaba era que viniese su querido yerno con su delicioso instrumento y después de chupárselo bien, se lo metiese en el chocho, eso sí, más de una y dos veces. Solo de pensar en tenerlo entre sus piernas se volvió a masturbar.Aquella noche, para la ilusionada señora Hortensia, fue más que larga, larguísima. Durante horas y horas lo fue soñando con extrañísimos sueños:??En aquella inmensa llanura con andar cansino y soportando un inclemente sol el yerno de Doña Hortensia, transitaba a lomos de rocinante. La armadura que llevaba aún lo hacía sudar más, y su larga y pesada lanza hacia que se le durmiese el brazo. En el horizonte, como si fuese un planeta deshabitado no se veía nada. Solo un endeble árbol que apenas daba sombra. Cuando al cabo de más de media hora rocinante y su jinete pudieron cobijarse bajo su sombra, el yerno de Doña Hortensia levantando sus ojos al cielo dio las gracias por haberlo mantenido en pie en su largo camino ? El yerno de Doña Hortensia ? o sea el ??Don Quijote?? ? había recorrido grandes distancias por caminos y senderos llenos de polvo, siempre buscando enderezar entuertos allá donde fuese, para ello tuvo que pasar de todo y nada bueno, y como ahora un terrible calor que asaba hasta las pocas piedras que encontraba. Pero él, seguía adelante sin desmayo, siempre confiando en los Designios Divinos. El hombre de la mancha sabia que la fe movía montañas aunque por aquellas partes no se vislumbrase ninguna.Desde que unos facinerosos le robaron a su Dulcinea ? en este caso a su Hortensia ? su vida convirtiose en un mar de angustias. Incluso hubo momentos que perdió la fe. Pero él, después de breves descansos seguía y seguía adelante en busca, de ella. El hidalgo caballero de la mancha no se daría por vencido, hasta que encontrase a su amada, dando su merecido a aquellos desalmados. Sin piedad los traspasaría con su larga lanza. Del hombre de la mancha no se reirían, como tampoco se rieron, los molinos de viento cuando lanza en ristre los embistió sin piedad.Cuando la claridad del día borraba la oscuridad de la noche creyó ver no lejos de donde estaba un molino de viento encima, de una pequeña colina. Don Quijote dirigió a Rocinante hasta allí. Tal como iba acercándose logró ver a dos cabalgaduras atadas al lado de la puerta. El corazón del incansable hombre de la mancha se aceleró. Aquellas dos bestias tenían que ser las de los facinerosos, que le robaron a su Dulcinea. Este, descabalgando del incansable Rocinante se acercó a la vieja puerta sin hacer ruido y por una rendija pudo ver a su amada en una extraña posición, y con su falda encima de la cabeza. Aquellos rufianes la tenían a cuatro patas encima, de un camastro, y uno de ellos le tenía clavado en el culo su grueso PRÍAPO. El hombre de la mancha se extraño muchísimo de que su amada no se quejase, más bien al que la enculaba ella le repetía una y otra vez que la traspasase totalmente.Cuando este la llevó, el compinche reemprendió la labor y como este tenía un carajo aún más grande el hombre de la mancha creyó que ahora sí que se quejaría. Pero no. Ella dio a entender como si aquel enorme falo la hiciese gozar más. El hombre de la mancha, ya no pudo aguantarse, él sabía que a su amada la tenían que haber obligado a beber un pellejo de vino, y esta ya no era consciente de nada.Fue entonces cuando dando una patada a la vieja puerta entro lanza en ristre, y aquellos desalmados se quedaron con la boca abierta por la gran sorpresa. Con ella los ensartó sin piedad, como si fuesen dos pollos para cocerlos en la hoguera.Y de un fuerte golpe los clavó a ambos en la pared, como si fuesen un calendario, uno de ellos con su PRÍAPO colgando. ¡Aquí estoy amada, mía, para salvaros de todos los males! ? le dijo un embravecido Don Quijote.Ella que no entendía nada de estos supuestos males le dijo más bien cabreada; ¿y no podías llegar unos días más tarde???Cuando Doña Hortensia despertó de aquel extrañísimo sueño de Quijotes, Rocinantes, y molinos de viento inútilmente intentó que aquel sueño no acabase. A ella le hubiese gustado que el segundo facineroso que la enculó hubiese estado muchísimo más tiempo haciéndolo con aquella voluminosa herramienta.Aún no eran las 9 de la mañana cuando Doña Hortensia hoyó que llamaban a la puerta. Era su amado yerno. Por esta vez, aquella vidente si dio en el clavo. Al cerrarla, esta le echó los brazos al cuello y lo besó como solo saben hacerlo las suegras enamoradas. En la oscuridad de la habitación y como dos almas perdidas en el paraíso Doña Hortensia fue recibiendo por todas sus cuevas la majestuosa polla de aquel yerno al que quería con locura. Ella no recordaba cuando en su vida había vivido tanto amor y tantos goces como le proporcionaba este. Posiblemente nunca. Aquel yerno era el reverso de la moneda del hombre con que se casó hacia ya más de cuarenta años.Mientras, en su lugar de la mancha el espíritu del caballero de la triste figura continuaba su eterno caminar por aquellas planicies, pero esta vez ya en compañía de su escudero y servidor Don Sancho montado en un flaco borrico, al que las moscas daban tormento.Cuando ambos se acercaron a un molino de viento que tenia atados al lado de la puerta dos cabalgaduras al ir a abrir la puerta de este a sus narices les llegó un fuerte olor a putrefacción y el caballero de la triste figura le dijo a Don Sancho, que mejor sería pasar de largo. ¡Vámonos Don Sancho, que aquí los entuertos ya alguien los arregló!Bajo un sol de justicia ambos continuaron andando por polvorientos caminos que nunca terminaban.(Capítulo 2)La prueba del 9 le llegó a Doña Hortensia el día que fue invitada a una boda de la sobrina de su difunto marido. Invitados también, fueron la hija y el yerno. Cuando Doña Hortensia apareció entre los numerosos invitados, los que la conocían quedaron sorprendidos ante el cambio hecho por esta. De ser una apenada viuda, convirtiose en la mujer más admirada, de todos los asistentes a la boda. Incluidos su hija y su amado yerno. Después de haber pasado por una peluquería que le transformó el peinado como a la Reina de Inglaterra, estrenó un escotado vestido de color azul claro, y zapatos, de medio tacón, que le realzaban la belleza, como si fuese una de aquellas damas que aparecían en las revistas. Y algo que ella, nunca hacia, se pintó los labios y se hizo la manicura en que le quedaron las uñas como a una modelo. En el escote, un collar de oro que tenía guardado desde que se casó. Aquello causó sensación hasta a su hija, que nunca la había visto tan bien arreglada. Al yerno, se le fueron los ojos, pero tuvo que hacerse el distraído para que nadie se diese cuenta de que allí había tomate.Cuando terminada la opípara comida se llegó al baile, uno de los asistentes que no la perdía de vista se le acercó para solicitarla a bailar. El Don Juan, tan pronto la tuvo en brazos la apretó contra si como si fuese el marido o el amante pero ella no hizo ni caso, y siguió bailando. Doña Hortensia sabia que al yerno le daría celos. En realidad si se puso tan elegante fue para llamar la atención de este, y que no continuase viéndola como a una suegra de tantas. Como ella no le dio importancia al apretado de su pareja, el Don Juan algo tocado por tantos vasos y no de agua, bajo su mano hasta el culo de ella. Doña Hortensia continuó bailando como si tal cosa. Desde la mesa en donde comieron, la hija acercando sus labios a los oídos de su marido le dijo que a su madre ya no la conocía. ¿No crees que se le ha ido la olla? ? le dijo a este escandalizada. El marido que ya estaba rojo de indignación ni se atrevió a contestar.El Galán que la llevaba en brazos, entre la calentura del culo de ella y sus prominentes pechugas, y el vino trasegado bajó su otra mano también hasta el culo como si fuese a tirársela. Esta vez Doña Hortensia si le susurró algo al oído y el Galán la dejó en medio de la pista.Cuando fue a sentarse al lado de su hija y el yerno, esta le preguntó que le había dicho a aquel Don Juan para que se largase tan rápidamente. ? Nada importante ? le contestó ? que si quería tocar culos se lo tocase a su madre. ? esta vez sí que a la hija la dejó más que sorprendida. Nunca, esta, la había oído hablar y proceder de aquella manera?. ¡Pero mamá, que te ha pasado, que ya no te conozco!. ? a tu mamá no le ha pasado nada, pero alguna vez tenía que volver a vivir, ¿no lo crees así? ? Si me prestas a tu marido ? continuó lanzada ? bailaré con él porque sé que es un caballero, y las manos en el culo seguro que no me las pondrá ? les dijo riendo alegremente como nunca hacia.Ya dentro de la pista. Doña Hortensia le dijo al oído del yerno, que las manos no se las pusiesen allí, que si quería irían a los lavabos y en el culo le metiese su polla. Al yerno le sobraba calor y le faltaba valor, para seguir el ritmo, de aquella gozadora suegra. ¡Te lo digo en broma, hombre!. ? Mañana ? siguió ella ? tan pronto puedas ven a casa que te enseñaré una cosa que te gustará, y también te tengo reservado un regalo que aún te gustará más.Cuando a la mañana siguiente se presentó el desconcertado yerno, Doña Hortensia lo hizo pasar a su habitación y quitándose el albornoz que llevaba encima, dejó ante los asombrados ojos de su yerno una de las ultimas combinaciones aparecidas en Paris. Con ligueros y toda la parafernalia para momentos especiales. Como la braguita llevaba un clip, esta se la abrió dejando a la vista del azorado yerno, su frondoso chocho. Tumbándose encima de la cama le dijo que empezase por allí, pero con la lengua. Lo de dejar a aquel capullo ? continuó ? tocarme el culo solo fue para darte celos. ¿No creerás que aquel Don Juan de pacotilla me gustaba? ? Pues a mí si me lo pareció ? le dijo este con cara inexpresiva ? Anda,? anda, que tú no entiendes de juegos amorosos ? le dijo ella riendo como una adolescente. ¡Ven, chúpame el coño bien chupado! ? que después te enseñaré el regalo. Ah? si no me lo haces bien no lo tendrás, así que dale marcha. ? Esta vez fue el yerno quien se preguntó si a esta suegra se le había aflojado algún tornillo. ? Cuando esta estaba ya a punto de caramelo le dijo a este que si se enteraba que se tiraba a otra que no fuese su hija o a ella, que le cortaría los huevos. Este, sacando la lengua de su cueva y quitándose un pelo de la boca, solo pudo decirle que haría lo mismo con ella si lo engañaba con otro.Quizá no fuese por el encendedor de la casa Cartier de oro macizo, regalado, pero lo cierto que aquel día el amado yerno de Doña Hortensia estaba más animado que de costumbre. Lo que este no llegó a decirle, era que estaba obsesionado con ella, y que la deseaba locamente. Durante horas el yerno le fue entrando por todos sus agujeros, pero en un receso la enamorada suegra, dentro de una taza de café le puso 2 grageas sin que este se enterase. Este al cabo de poco y creyéndose SUPERMAN, continuó, con la labor, hasta las 22 horas. La suegra, aquella noche ya no tuvo ni tiempo para soñar? Cuando se durmió el último pensamiento fue para su amado yerno.Doña Hortensia tanta ilusión había puesto en aquella relación, que ya no se acordaba ni de su familia. Si durante casi 30 años, les había dedicado toda su atención, quizá ya le tocaba gozar algo de la vida, aunque fuese con aquel hermoso yerno. A la hija no le gustaba nada. Más bien era una de tantas historias que se daban en tantas y tantas familias, en donde estas cosas quedaban entre cuatro paredes, y lo que no se sabía; como dijo alguien ? no existía. Lo de los pecados que decían los santos padres de las iglesias costaba bastante creerlos. Quizá el día en que desde el cielo o del infierno volviese alguno de estos pecadores se sabría la verdad. Pero de momento desde allá no venia nadie. Mientras, los hombres se preparaban para habitar otros planetas. En estos, nadie dijo que allí se encontrasen signos de santos, pecadores y alguna que otra cruz. Y menos, suegras y yernos. (Capítulo 3)Aquel querido yerno no era muy dado a los excesos. Y Doña Hortensia muchas veces si los necesitaba. A esta le costaba, aceptar, el paso del tiempo y notar como la vida igual que el humo a poco viento que hiciese se lo llevaba. Y ella sabía, como saben todas las mujeres que a ciertas edades el día no aprovechado era un día perdido. Como sabia, que su cuerpo sin tardar perdería todos sus atractivos y ya ni incluso su yerno pasaría a verla, y aquello a ella la llenaba de negros pensamientos. Este, cada vez más tardaba en pasar en visitarla. Por su hija sabía que su marido continuaba haciendo su vida normal.Algo angustiado se preguntó si él no tendría alguna amante. Ocasiones y físico no le faltaban.Doña Hortensia, igual que otras muchísimas mujeres recursos si tenía. Hablando por teléfono con su hija le dejo caer como algo sin importancia, que había conocido a un hombre que le había gustado mucho, que era viudo y estaba bien posicionado, y que quería salir con ella.Al día siguiente y a primera hora, en la puerta estaba su yerno llamando? Como un pececillo este había engullido el cebo. De la forma en que la miró supo que estaba celoso, y enfadado. Doña Hortensia lo prefería así. Quería ver como se comportaría, y lo bravo que se pondría. Y si que se puso bravo, si. -¡Giro la espalda y tu ya tienes a otro preparado! Y que te crees, que soy un juguete.- El yerno estaba cabreado como nunca lo había visto. Este sin poderse contener la llevó hasta la cama y tirándola encima de ella, le levantó la falda y con la palma de la mano la fue azotando fuertemente hasta que el voluminoso culo de ella tomó el color de las amapolas. De momento no dijo nada, pero llegó un momento en que tuvo que pedir clemencia. Pero el yerno no estaba para hacer concesiones y la fue azotando hasta que esta hecha un mar de lagrimas le suplicó que no la azotase más. El yerno, de un tirón le rompió las bragas dejando frente a él. La oscura entrada de su culo, y sin contemplaciones la penetró como si su PRÍAPO fuese una daga. ¡Zorra? que te crees, que me vas a torear! ? le dijo este borracho de ira. El yerno, caliente como el horno de una fundición, le soltó su carga llenándoselo. Después, le dio la vuelta y abriéndole las piernas se la clavó por allí. La rabia que llevaba hizo que su polla no se encogiera. Sus labios buscaron los de ella aún con sabor a lagrimas, y mientras la cabalgaba furiosamente le iba repitiendo... ¡Eres mía, zorra, golfa caliente, toma toda mi polla para que sepas quien es tu dueño!Doña Hortensia no sabía por qué nunca se lo habían hecho, lo que era gozar de aquella manera, tan salvaje. Su yerno totalmente lanzado y mientras la iba clavando su PRÍAPO, la pellizcaba por todas las partes en que podía dolerle más. Los gemidos que ella soltaba aún los enardecían más hasta que ambos llegaron a un prolongado, orgasmo, que los dejó inertes encima de la cama. Cuando despertaron 2 horas después, fue ella que subiéndose encima de él le fue diciendo entre beso y beso que lo quería incluso más que a su difunto marido.Y que de ella hiciese lo que quisiese. Después gozosa como estaba invirtió su postura dejando su peludo chocho en la cara de él y cogiéndole su PRÍAPO se puso a lamerlo y chuparlo concienzudamente. Tan lujuriosa estaba que hasta sus huevos se puso en la boca, y con su mano buscó el culo de este clavándole el dedo en el.El yerno, contagiado de aquella loca pasión, con su lengua le recorrió todos los rincones de aquella frondosa cueva, mientras ronroneaba como una bestia en celo. El dedo de su mano derecha se lo metió hasta el fondo del ano. Durante más de una hora exploraron sus cuerpos como poseídos. Próximos al orgasmo tanto ella como él, se dijeron las obscenidades más depravadas, que jamás se habían dicho. La lujuria había entrado en sus mentes como un huracán devastador.Rendidos, volvieron a sumergirse gozosos en el mundo de los sueños. Otra vez fue Doña HORTENSIA, con todo el cuerpo dolorido, y inmensamente satisfecha se adentró en un largo y extraño sueño que la hizo viajar en el tiempo, como si lo viviese;Cuando llegó a la parada del bus, este ya había partido y era el último de aquella noche de domingo. Doña Hortensia se sintió perdida; el temporal de agua que caía daba la compresión que desde el cielo la enviaban con mangueras. Sin paraguas y con los zapatos completamente anegados poca cosa podía hacer. El agua, desde la cabeza le bajaba por la espalda empapando hasta los brazos y su hermoso culo. Cuando desde el coche, que se paró frente a ella, le dijeron que subiese que la llevarían a casa, ella sin pensarlo subió en el asiento trasero donde también había un ocupante. Delante, además del conductor iba el acompañante. Los tres eran jóvenes de unos 25/30 años y más contentos, que unas castañuelas. Algunos cubatas si los llevaban y a aquellas horas encontrarse con aquella dama en pleno diluvio, aún los puso más animados. Con el tiempo que hacía y la hora que era nadie los estorbaría. Sin preverlo, para ellos sería un magnifico fin de fiesta. Ellos sabían cómo convencer a estas señoras de buen ver para que se portasen bien.No sería la primera vez.Doña Hortensia, confiadamente les dio su dirección y al ver que el coche no lo dirigían allí, al conductor se lo recriminó al temer que estos le hiciesen algo. El acompañante de esta en el asiento trasero, amablemente le dijo que daño no le harían, pero que querían follársela los tres.- Si Ud. Acepta buenamente aquí no habrá pasado nada.- le dijo este ? Pero si se pone brava, nosotros igual la follaremos, y si lo hacemos a la fuerza algún daño si lo sufrirá. Ud. tiene la palabra.Después la llevaremos a casa y si te he visto no me acuerdo.Doña Hortensia todo y estando atemorizada no tuvo más remedio que aceptar la situación y evitarse males mayores.Ella sabía que en estos casos la resistencia tenía malas consecuencias, además que estos no tenían aspecto de ser navajeros. Bien, tal como me lo plantean, procedamos ? les dijo ella ya algo más tranquila. ? El que estaba a su lado, educadamente, le dijo que se quitase la ropa y que el haría lo mismo. El coche lo aparcaron en un descampado en que no se veía una luz. La lluvia había parado. El conductor dejó el motor en marcha y con un punto de calefacción, en el exterior hacia fresco. Cuando Doña Hortensia estuvo como cuando vino al mundo a indicación del que llevaba al lado se sentó en las rodillas de este con sus pechos pegados a los de él. Sin esperar a que esta le dijese nada su iniesto PRÍAPO se lo encaró a su vagina. Entonces este, cogiéndole por su culo la apretó con sí y su verga le entró hasta al fondo. Con las rodillas la iba moviendo cadenciosamente, mientras sus labios buscaron los de ella hasta llenar su boca con la lengua. Los que iban en la parte delantera, no tardaron en bajarse las cremalleras y con sus pollas en la mano empezar a masturbarse. Doña Hortensia aún sin querer demostrar sensación alguna no pudo contenerse. El estar con aquellos 3 hombres a sabiendas que todos la iban a follar, y que los del los asientos delanteras la miraban, en vez de cohibirla aún la encendió más. El que le clavó la polla en su chocho, tanto la sabía manejar que dentro de ella sintió como todo su cuerpo se acercaba al orgasmo.Mientras la lengua de este se enredaba con la suya. Como si hubiesen sido antiguos amantes ambos llegaron a un virulento orgasmo.El chofer del coche, educadamente le ofreció un paquete de clínex. El hombre que se la había tirado, vistiéndose se sentó en el asiento del conductor, y este ocupó su sitio para a continuación tirársela él. Este, cuando quedó desnudo, a los ojos de ella apareció una polla como jamás hubiese podido imaginar. Aquello, más que un PRÍAPO era una gruesa estaca de encina. Cuando le entró totalmente en el chocho a punto estuvo de desmayarse. Sintió como si en sus entrañas la hubiese penetrado la polla de un mulo. Esta vez sí que Doña Hortensia no pudo evitar gemir de tanto placer como sentía.Mientras el que la poseía le pellizcaba fuertemente el culo. Este que era aún más guerrero que el primero, aguante si tenía. Durante más de 10 minutos y mientras la hacía subir y bajar con sus rodillas dejándola de pellizcar, le metió entero el dedo de su mano derecha en el culo. Cuando este notó que ella llegaba al orgasmo y como si su polla fuese un grito, le soltó todo su contenido, mientras gruñía como un a****l. Doña Hortensia al sentir como dentro de ella le invadía su caliente semen, le metió su lengua en la boca de este para que se la chupase.El interior del coche ya solo olía a semen cuerpos desnudos y sexos lujuriosamente húmedos.Doña Hortensia no es que estuviese enfadada con aquellos hombres, si no que llegó a pensar que podía quedar, con ellos para otro día aunque le dijesen puta.El tercero de estos y como Doña Hortensia dijo que le dolía el chocho, no lloviendo en el exterior, la puso su tronco encima del capó del maletero y dejando su cueva posterior en posición le clavó su verga, como si fuese un clavo de los gruesos, mientras con sus manos le aplacaba un duro castigo, hasta que ambos se corrieron como dos bestias de la selva.Cuando a Doña Hortensia la dejaron cerca de casa, ella los besó a los tres en agradecimiento a la noche que le habían dado.Cuando tanto ella como el yerno despertaron, esta sonriéndole gozosa le dijo que había soñado que en un coche se la habían tirado 3 hombres y que le habían hecho gozar como a una loca. Había uno ? siguió esta para darle celos ? que tenía una polla como el mástil de un velero. No veas cómo me dejaron entre los tres.Esta vez, al oírla, el yerno no se enrabietó, más bien fue lo contrario, sin decir palabra la volvió a montar como si fuese una yegua de carreras.© OMAR BERKANE
05-05-2021, at 08:24 PM
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