Anita y tres tipos en la playa nudista

Anita y tres tipos en la playa nudistaEse verano Anita y yo habíamos proyectado pasar nuestras vacaciones en la costa atlántica y la elección final fue un solitario pueblito con balneario cercano a Mar de las Pampas.El tercer o cuarto día, luego de una breve siesta, fuimos en busca de alguna playa solitaria donde disfrutar del mar y seguir adquiriendo un buen bronceado?Fuimos caminando por la orilla durante un par de kilómetros, hasta que llegamos a una zona nudista. Yo no me quité el short de baño; pero Ana decidió usar solamente una diminuta tanga.Hacía bastante calor y de vez en cuando entrábamos a darnos un chapuzón para refrescarnos y poder continuar la caminata sintiendo la frescura de una leve brisa marina.Finalmente nos tumbamos al sol cerca de la orilla en nuestras toallas. Mi mujercita dijo sentirse incómoda con esos mirones que se acercaban a mirar sus firmes tetas expuestas. Bromeé con ella, diciéndole que tendría algunos admiradores más, si se quitara la tanga y abriera un poco los muslos.Ella sonrió y se dio vuelta boca abajo; mostrando que el hilo dental de la tanga se perdía entre sus perfectas nalgas redondeadas, dando la impresión de que estaba desnuda?En un momento, para evitar las marcas de los cordones, Ana se desató la tanga y hasta abrió un poco sus muslos, como yo se lo había sugerido en broma. Entonces un hombre se acercó disimuladamente y, pensando que yo no lo había visto, fotografió el cuerpo desnudo de mi mujer con su teléfono móvil?Ana no advirtió nada y yo no se lo comenté; sintiendo el morbo de ver a mi mujer en bolas; deseada por un pajero en esa playa?Un rato más tarde Ana volvió a ponerse la tanga y seguimos nuestra caminata. De repente nos encontramos absolutamente solos. Era todavía temprano y el sol estaba alto; pero no había quedado ni un alma alrededor.Entramos al mar y luego volvimos a recostarnos sobre las toallas. Esta vez, al quedar solos, ambos nos desnudamos por completo.A lo lejos se dibujaron las siluetas de tres hombres. Venían desnudos y, al acercarse, pude comprobar que estaban muy bien dotados?bastante mejor que yo.Anita también notó ese detalle. Lo supe cuando vi que se relamía los labios sin dejar de mirar a esos hombres que se acercaban.Cuando llegaron a nuestra altura nos saludaron y uno de ellos, que llevaba una pequeña heladera portátil, nos ofreció una cerveza.Se quedaron conversando y al rato comencé a ponerme inquieto, viendo cómo dos de ellos posaban sus miradas de lujuria sobre el cuerpo desnudo de mi escultural mujercita?Ana también pareció ponerse nerviosa, notando que esos tipos la miraban con deseo? con el deseo de cogérsela?De repente los tres se levantaron para entrar al mar. Ana me dijo entonces que no le agradaba la compañía de estos tipos, en especial de los dos más musculosos y mejor dotados, que parecían cogerla con sus miradas?El tercero nos llamó desde el agua y, antes de aceptar, Ana me dijo que sería mejor llevarles la corriente. Ella se colocó la tanga antes de dirigirse a la orilla. Cuando llegamos comenzaron a tirarnos agua y por supuesto Anita respondió haciendo lo mismo. De pronto uno de ellas se abalanzó sobre mi mujercita; la tomó por detrás y la sumergió en el agua. Apenas salió a flote, otro la tomó de frente y la sumergió con él entre sus fornidos brazos?Cuando emergieron ambos, pude ver que Ana había perdido su tanga, dejando ver su vulva depilada reluciente en el agua.La buscó, pero ya no la pudo encontrar. Salimos del agua y nos dirigimos a recoger nuestras cosas. Ana volaba de furia.Me dijo que la tanga se la había arrancado el segundo hombre bajo el agua y además, le había metido un par de dedos en la concha?Enseguida ellos vinieron tras de nosotros, preguntando si ya nos íbamos. Respondimos que sí. Dijeron entonces que nos quedáramos un rato más, porque lo bueno estaba por venir; ya que ahora se iban a coger a mi mujercita entre todos delante de mí?Ana intentó correr, todavía desnuda; pero uno de los hombres la alcanzó rápidamente. La tomó en brazos y ella dejó de debatirse.Arrojó a mi mujercita sobre la arena y le ordenó que comenzara a comerse esas tres vergas enormes. Anita me miró y dudó por unos instantes; pero los tres tipos la rodearon y uno de ellos le dio un par de cachetadas en la cara, para convencerla de que era mejor cooperar?Intenté defender a Anita, pero entre los tres me golpearon hasta convencerme de que solamente debía ser testigo de lo que le iban a hacer a mi delicada mujercita.Comenzaron turnándose para que Ana lamiera esas vergas hasta ponerlas totalmente duras como estacas.El más corpulento dijo que sería el primero en gozar del cuerpo de mi esposa. Le ordenó que se pusiera en cuatro, enfrentándome a mí. El hijo de puta me advirtió que no perdiera detalle de cómo Ana disfrutaba cogiendo con un verdadero macho.Se arrodilló detrás de ella y, sin miramientos, le hundió la verga a fondo, sujetándola por las caderas. El tipo le dio un par de palmadas en la cola y le dijo que se relajara, mientras arremetía con más ganas en la delicada concha de mi mujercita.Yo estaba inmóvil; la cara de mi esposa frente a mí con los ojos bien abiertos mientras que le estaban dando un mete y saca impresionante, con una verga de tamaño considerable, que se deslizaba con mucha dificultad, de tan gruesa que era?Ana gemía mirándome a los ojos, sintiendo esa pija que la taladraba mal. En un momento comenzó a mover su culo buscando las acometidas de ese macho que la penetraba sin piedad y, enseguida, noté por su expresión al cerrar los ojos que había tenido un intenso orgasmo. Pero se había mordido los labios para no gritar su placer, para no darle el gusto a ese turro que se la estaba cogiendo tan brutalmente?Pero ese turro se dio cuenta y le dijo que no se reprimiera; que gritara todo lo que quisiera, porque allí nadie iba a oírla. Entonces Ana volvió a mirarme fijo y, cuando le vino lo más intenso de ese orgasmo, aulló, gritó y jadeó como loca.Eso aceleró la excitación del primer hombre; que enseguida tensó su espalda y se vació en el fondo de la vagina de Anita.El hombre que estaba a mi derecha dijo que quería romperle el culo sin perder más tiempo. Ana lo oyó y comenzó a suplicar que no le diera por el culo con esa tremenda poronga. La iba a lastimar?Yo intenté levantarme, pero entre ambos me derribaron a patadas y puñetazos, hasta convencerme de que no podría hacer nada para ayudar a mi mujercita.El tercer hombre, el que tenía una verga no tan grande, me dijo que me tranquilizara o de lo contrario, me romperían el culo a mí también?Anita siguió mirándome a los ojos mientras ese segundo hombre la sodomizaba con su impresionante verga. Al principio gritó del dolor de la penetración inicial, pero al rato de ser bombeada, se calló y apenas siguió suspirando al compás de cada embate en su culo.Cuando ese segundo tipo le acabó en el fondo del culo, la sacó y corrió a zambullirse en el mar. Durante un buen rato, los otros dos fueron turnándose para darle también por el culo a Anita. Ella ya ni se quejaba. Siempre mantenía su mirada en la mía, mientras esos hijos de puta le abrían cada vez más su delicado culo?En un momento la penetraron entre dos; estando Ana cabalgando a uno de ellos y el otro aprovechaba para darle una vez más por la entrada trasera?Cuando los tres se dieron por satisfechos, después de haber descargado su semen en todos los orificios de mi esposa; revolvieron nuestras mochilas y se llevaron algunas cosas. Copiaron el teléfono de Anita y dijeron que la llamarían, para ver si ella estaba disponible para otra ronda con todos ellos?Nos dejaron por fin solos y Ana, completamente callada, se dirigió al mar para lavar todo su cuerpo. Pude ver que caminaba con cierta dificultad. Los tres tipos le habían dado por el culo bien duro. Cuando salió del agua me dijo que ella no se atrevía a denunciarlos, ya que ni siquiera le habían dejado un moretón o un rasguño en el cuerpo. Ellos podrían justificarse diciendo que ella los había provocado estando en bolas, en aquel lugar solitario?Mientras regresábamos, mi delicada mujercita me recriminó que yo estuve al palo todo el tiempo, mirando cómo esos tres hijos de puta abusaban de su cuerpo. Yo también le reproché que ella hubiese tenido tantos orgasmos mientras la obligaban a coger.Anita sonrió y me dijo que disfrutar sus orgasmos había sido una especie de evasión, para no pensar en cómo la estaban maltratando. Pero al mismo tiempo esa sumisión a la que la sometían esos hombres la había excitado sobre manera?El resto de esos días de vacaciones, casi no nos movimos de las cercanías del hotel y apenas fuimos a caminar por la playa.Unos meses después, ya en pleno otoño, uno de esos hombres llamó a mi esposa, para recordarle lo bien que la había pasado con ella. La citó para el día siguiente en un bar cercano a casa.Anita respondió que le diera tiempo para pensarlo?